(Por Diego Álvarez, Trabajador Gráfico Despedido en el marco de la apertura indiscriminada de importaciones y flexibilización laboral) Más de 500 mil trabajadores marchamos por las calles de Buenos Aires hacia el Ministerio de la Producción en contra del ajuste neoliberal.
Es complicado redactar una columna de opinión entre la alegría y la tristeza.
Hoy puedo expresar por este medio y desde mi experiencia personal que la alegría fue marchar, encontrarse y reencontrase con compañeros gráficos que estamos ocupados y desocupados.
Nos reencontramos compañeros despedidos de AGR.RUSS SRL, CEDINSA, GRÁFICOS DE PESOUT en huelga por falta de pagos de salarios.
Marchamos todos juntos codo a codo en defensa de nuestros derechos como trabajadores emancipados y empoderados que nos sentimos.
¡Como nos decía el gran Raimundo Ongaro: Sólo el pueblo salvará al pueblo!
Fue una manifestación de alegría ver cómo los laburantes de todos los gremios nos mirábamos con ojos cómplices y de expectativa esperando una huelga general para asestar nuestro primer golpe al destrato de un gobierno neoliberal que día a día nos acorrala, nos despide y nos reprime como en los años 90.
Fue de repente sentir en todo ese jolgorio una brisa de tristeza y desilusión que teníamos al escuchar discurso tras discurso del famoso triunvirato de la CGT (o bien decir «confederación general triaca»).
Fue escuchar promesas de paro, cuando las bases al unisono les pedimos «paro general, paro general».
Al escribir esta columna se me viene a la memoria otro gran compañero gráfico, mi querido viejo que me enseñó el arte de amar este oficio y a pelear por mis derechos como trabajador.
Me queda una gran reflexión que todos deberíamos hacernos como decía mi viejo: «un obrero jamás votaría a un patrón como delegado.»
Por eso en nombre de los despedidos, los oprimidos, no nos queda más que seguir gritando: «Paro general! ¡Paro general!»
Por una nueva CGT que realmente nos represente a los trabajadores. Con este triunvirato ni olvidó ni perdón, En la marcha les exigimos que estén a la altura de las circunstancias, o – como decía un visionario – «con los dirigentes a la cabeza o con la cabeza de los dirigentes.»
Saludos cordiales de un compañero gráfico desocupado peleando en la calle por los derechos de toda la clase trabajadora.