No hay Mercadería para Nadie.
Según manifestó, una de las docentes que insiste en la necesidad de visibilizar esta situación con el fin de que se deje de lado esta insensible práctica de negar el refuerzo alimentario a los menores más vulnerables de ese establecimiento… Ya hace un tiempo que esta «abuelita de dos alumnas vino a pedir mercadería en la escuela; yo le dije que no se la podíamos dar en ese momento…» Aunque enseguida aclaró: «Con motivo de esta situación y todo lo que vivimos dentro de la escuela que no se le entregaba mercadería ni a los chicos, ni a la gente con necesidad… (La Orientadora) estuvo trabajando… con un listado con todos los chicos que reúnen unas problemáticas difíciles para tratar de ayudarlos de alguna manera: no sólo a nivel institucional, si no también buscando recursos que puedan ayudar a estas personas».
Fue en ese contexto y ante la indicación de la profesional, que una de las preceptoras del turno tarde del establecimiento recurrió al auxiliar de turno para que le provea a una de las familias de la escuela de los cartones de leche que le correspondería; pero el empleado se los negó luego de que la vice directora de la histórica escuela secundaria se negara a entregar la mercadería.
Una Abuela sin Trabajo y Desesperada.
Días antes de esta polémica determinación de una de las máximas autoridades del establecimiento del centro de Castelar, la «abuela», que ya había sido destratada con anterioridad, envió a la directora de la 17 una misiva de su puño y letra donde emotivamente preguntaba y explicaba: «¿por qué no me pueden dar más leche? A mí me venía muy bien, era una ayuda grande porque a veces las chicas vienen sin almorzar, pero al menos desayunaban bien.» Y agregaba: «Ahora es imposible comprar leche. Soy discapacitada, tengo un problema en el higado, tengo 57 años y trabajo ya no consigo.»
Ni este pedido, ni la indicación de la profesional han sido oídos por las autoridades de una escuela; más conocida en el mundillo de la política educativa por directivos que la han usado de trampolín para potenciar su «carrera académica», antes que por empatizar con las problemáticas concretas de la comunidad educativa.