«No dejo de pensar en el por qué de mi Angustia…»
En uno de los párrafos de su agradecimiento colectivo, la lidereza mapuche reflexionó: «Este ha sido un hallazgo con final feliz; sin embargo no dejo de pensar en el por qué de mi angustia y el dolor: Desde hace más de un año que vengo sufriendo amenazas de muerte sobre mi vida y la de mis hijas. Este mecanismo de tortura psicológica terminó por generar en mí la naturalización de estos hechos como un dispositivo de resguardo de mi salud mental.»
«Ser Mujer, ser Indígena no debe Constituir un Factor de Riesgo…»
Luego de haber reconocido la violencia psicológica a la que está siendo sometida, toda vez que es una de las principales caras visibles de la lucha del pueblo mapuche en la defensa de sus derechos ancestrales; contrastó: «Pero en estos días he tomado dimensión que no puedo aceptar tanta violencia y vulnerabilidad en mi vida. Y desde mi realidad dimensiono también la urgencia con que las mujeres de todo el mundo estamos diciendo que el hecho de ser mujer no sea un factor de riesgo. Con la misma determinación, las naciones indígenas pedimos que ser indígena no debe constituir un factor de riesgo. De la misma manera, los luchadores, las luchadoras, activistas y disidentes no debemos sentir que nuestro compromiso por un mundo mejor sea otro factor de riesgo…»
Es Imprescindible que el Estado empiece a devolvernos Nuestros Lugares Sagrados.
Finalmente, contó algunos detalles de las actividades que su hija estaba realizando en La Rioja, mientras no estuvieron en contacto y su instinto de madre era puesto a prueba y violentado por amenazas anónimas. Según cuenta la referenta mapuche, su hija Llanka se encontraba en un ritual ancestral de los pueblos originarios, y en ese sentido se explayó: «Es imprescindible que el Estado empiece a reconocer nuestro derecho a la espiritualidad y a devolvernos nuestros lugares sagrados. Esa situación ha provocado que… muchísimos de nuestros hermanos van secretamente a hablar con la tierra…» Y agregó: «Mi hija ha crecido en una comunidad mapuche y sabe de la importancia de hacer ceremonia, de construir el diálogo en relación armónica con la naturaleza. Y, justamente…, ella estaba en ceremonia desconociendo absolutamente todo lo que estaba sucediendo en mi vida con amenazas de muerte que se prolongaron incluso minutos antes de tomar el avión cuando ya sabíamos que ella había aparecido: una llamada telefónica con una voz deformada me aseguraba que tenía secuestrada a mi hija…»