El mundo ya no será el mismo después de la pandemia más grave de la historia humana. En eso coinciden todos y todas. Y tampoco lo será la Argentina. El presidente Alberto Fernández – rodeado por Rodríguez Larreta y Axel Kicillof – anunció este viernes que el área metropolitana (Ciudad de Buenos Aires y los municipios bonaerenses que lo rodean) seguirá restringida y privada de poder generar una mayor circulación de personas. Lo hizo, además, avalado por datos inapelables: el 87 por ciento de los infectados por el Coronavirus viven en esta región del país.
No es un momento fácil para el presidente ni para nadie que esté gobernando. Alberto Fernández contabiliza más muertos por Covid-19 que días como presidente. 146 días como jefe de Estado y 293 fallecidos por el virus pandémico. Esos muertos, que promedian una edad de 74 años, alguna vez cocinaron sus alimentos y sus sueños en las mismas cacerolas que la mezquindad acomodada hace sonar «contra la cuarentena», «contra los violadores sueltos», «contra las puertas giratorias».
Ninguno de esos vivos que hacen sonar sus rabias sin pensar en los muertos se detuvo a pensar que las cárceles Argentinas están más pobladas de pobres que de violadores. Si alguien por un instante se pusiera pensar que la vida es única e irrepetible, que quién se va no vuelve, difícilmente se animarían a despotricar contra los consejos de la ciencia. Porque no hay otra vacuna más efectiva que el aislamiento.
Muchos no saben que antes de desbordarse el sistema de salud se desbordarán las morgues, como ocurre en el Brasil de Bolsonaro o en los Estados Unidos de Donald Trump. Y es cierto que la economía no da para más, que los comercios necesitan comenzar a abrir sus puertas y que los empresarios necesitan producir para poder seguir pagando sueldos. Tan cierto como que cuando el país avanzaba hacia un mar de nuevos pobres con casi la mitad de la población por debajo de la línea de pobreza, nadie -o casi nadie- decía nada.
Cárceles y Pandemia.
La pandemia es una calamidad mundial a partir de la aparición de un virus del que se conoce poco y nada. Y la forma de enfrentarla es un tema de salud pública, socio-sanitaria y es la academia científica el único sector capaz de aproximarse al triunfo de esta guerra.
En medio de esto, los sectores capitalistas y el mundo neoliberal planteó una falsa dicotomía: Salud vs. Economía. Así lo hacen sus voceros internacionales y la copia siempre berreta de nuestro continente. Pero detrás de las brabuconadas de esos voceros, la realidad siempre se vislumbra distinta.
En Estados Unidos, el Estado de Nueva York liberó a 1.100 presos y California a 3.500. Irán liberó a 70.000 y Turquía a 45.000. Y en Argentina se armó un escándalo, aunque – por citar un ejemplo – el Departamento Judicial de Morón (Morón, Hurlingham e Ituzaingó) informó que menos de 30 personas pasaron a cumplir prisión en sus propios domicilios, menos del uno por ciento.
En un trabajo que el Juez Camarista de Morón Fabián Cardoso distribuyó entre la dirigencia local, indica que: «Cuando se contagian personas privadas de su libertad inmediatamente el virus es transmitido a una pléyade de personas que diariamente concurren a esas unidades y luego vuelven a su casa y a su barrio». «Y si esto no fuera suficiente, todos los internos y personal penitenciario van a requerir del auxilio del personal médico e insumos que tiene el Estado».
Y para más datos ciertos, agrega: «La Unidad 39 de Ituzaingó tiene hoy en día 654 internos, si por las condiciones de hacinamiento, falta de higiene y estado general de salud de los mismos, tomemos hipotéticamente que el 50 % de esa población se pueda contagiar; conforme a los números de la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva, vamos a necesitar 49 camas de cuidados especiales, 16 unidades de cuidados intensivos y 8 respiradores, esto sin contar al personal penitenciario que pudiera contagiarse».
Es decir, la gran mayoría de los que protestan contra la cuarentena desconocen, como la gran mayoría de los argentinos, de qué se trata esta pandemia, de cuáles son los oscuros intereses económicos que rodean a los populismos de la derecha. Están motivados por el relato de los grandes medios de comunicación, que también son parte de esos intereses económicos.
Morón y la Preparación contra la Pandemia.
Un distrito como el municipio de Morón, con 355 mil habitantes, se preparó para esperar el famoso pico de la pandemia incorporando 400 camas para el aislamiento, habiendo alquilado hoteles alojamientos y de familia, algunos de los cuales ya se están utilizando. Hasta ahora, unas 6 personas debieron utilizarlos para aislarse.
Si se violan las cuarentenas y el pico llega, 394 moronenses más tendrán donde alojarse. Esto, claro, si ganan la discusión pública los amantes del libre mercado y el falso desarrollo económico.