Los padres de Ernesto vivieron con mucha angustia los dos años que duró la lucha revolucionaria en Sierra Maestra. Pocas fueron las noticias que tenían de su hijo. La mayoría de la veces las informaciones oficiales que difundía la dictadura de Batista, señalaban la derrota de los integrantes del Movimiento 26 de julio. Las pocas cartas que posteriormente fueron llegando fueron enviadas a la casa de Carmen Arias, la gallega amiga de la familia que había ayudado a criar a Ernesto y le había puesto de sobrenombre “Tete”.
Alfredo Gabela, ahijado del Che, nos cuenta esta etapa: “Las cartas que enviaba Ernesto estaban firmadas como “Tete” y eran dirigidas a la dirección de mi casa a nombre de mi padre Alfredo Gabela. Cuando llegaban, fuera la hora que fuera, mi padre se acercaba a la casa de los Guevara para acercarles la carta. Mis padres sabían de la importancia que tenía en esta familia, tener noticias de su hijo en Sierra Maestra”.
Don Ernesto Guevara padre del Che nos cuenta en una entrevista realizada en La Habana: “Estuvimos dos años sin tener noticias, salvo los relatos del periodista argentino Jorge Ricardo Masetti, quien estuvo en Sierra Maestra en abril y mayo de 1958 y trajo una charla grabada con el Che y con Fidel.» Masetti publicó un libro sobre Cuba: Los que luchan y los que lloran. Sin embargo, los diarios comunicaban con insistencia que las tropas de Batista habían derrotado a los rebeldes, y cada noticia de esas nos causaba alarma por la suerte del hijo.
«El 31 de diciembre de 1958, en vísperas de la caída del régimen de Batista, se reunió toda nuestra familia para festejar el Año Nuevo. No estábamos de muy buen humor, porque la radio daba las noticias más contradictorias sobre los acontecimientos cubanos, y del Che sólo sabíamos que lo habían herido en los combates por la ciudad de Santa Clara. En Buenos Aires funcionaba el Comité de Solidaridad con el pueblo cubano, que inclusive tenía comunicación directa por radio con el Estado Mayor de Fidel. Pero ese conducto no era muy seguro, y con frecuencia fallaba. No sabíamos qué ocurría en realidad en Cuba.
«Aquella noche de Año Nuevo, cuando ya estábamos todos reunidos y no esperábamos a nadie más, cerca de las once de la noche llamaron a la puerta. Abrimos, y en el umbral encontramos un sobre. Hasta la fecha no sé quién lo dejó. En el sobre había esta notita:
“Queridos viejos: Me siento perfectamente. He gastado dos, me quedan cinco. Continúo trabajando. Les escribo poco y así será en lo sucesivo. Sin embargo, confíen en que Dios es Argentino. Les abraza fuertemente a todos, Teté”. Siempre decía que tenía siete vidas, como los gatos. Las palabras “he gastado dos, me quedan cinco” significaban que había sido herido dos veces y le quedaban todavía cinco vidas de reserva. Nos quedamos pasmados y muy contentos del mensaje tan inesperado. No fue la única sorpresa en esa noche memorable. Habrían pasado unos diez minutos, y nos dejaron otro sobre, con una tarjeta que tenía dibujada una rosa roja y decía: “Feliz Navidad y Próspero Año Nuevo. El estado de Teté es excelente”.
«Al día siguiente, el 1° de enero de 1959, vinieron a vernos Masetti y Alberto Granado, y nos comunicaron que Batista había huido de Cuba. Una semana más tarde, el 7 de enero, ya liberada La Habana por el Ejército Rebelde, Camilo Cienfuegos quiso darle una agradable sorpresa al Che y envió por nosotros un avión de La Habana. Tanta agitación me hizo guardar cama, y Celia partió sola a La Habana. Al abrazar a su hijo en el aeropuerto no pudo contener las lágrimas. Era la primera vez que eso le ocurría. Yo llegué un mes más tarde.”
Aquel 1 de enero Don Ernesto se convirtió en la figura central de la solidaridad con la revolución triunfante. Ese día distintos actos lo tenían como orador central: la concentración en el diario Crítica, la manifestación hasta la embajada cubana. Luego dio un discurso desde el balcón de la misma. El padre del Che era entrevistado por numerosos periodistas argentinos y corresponsales internacionales, algunos incluso al servicio de la CIA. Entre las preguntas más comunes que le hacían, era sobre la ideología comunista de su hijo. Con el fin de que sus declaraciones no fueran utilizadas por la derecha, de forma contundente negaba la ideología comunista de su hijo.
Nicolás Guillén en Buenos Aires.
El 25 de julio de 1958 llegaba a Buenos Aires en avión desde Paris, Nicolás Guillén. Habían pasado once años después de su anterior visita a este país. En aquella oportunidad había publicado en 1947, su libro de poesía el “Son Entero”.
En el aeropuerto lo estaban esperando sus viejos camaradas argentinos. Desde Ezeiza lo trasladaron hasta el porteño barrio del Once, donde se hospedó en el Hotel Atlantic, en la calle Castelli Nº 45.
Guillén, mientras esperaba el triunfo de los revolucionarios martianos, para poder regresar a su país, realiza un sinfín de actividades culturales y políticas. Con la editorial Losada acuerda la edición de su libro inédito “La Paloma del vuelo popular”. En agosto recita sus poemas en Radio el Mundo, en un programa que dirigía el poeta gallego Xavier Bóveda.
Su estancia en este país genera – igual que la vez anterior – una gran repercusión popular. El poeta de la negritud es tratado como un verdadero ídolo popular. Realiza numerosos recitales: en el Teatro IFT; Teatro La Mascara; Instituto de relaciones culturales Argentina – URSS. Recorre varias provincias argentinas dando a conocer su poesía. El 29 de septiembre en el Teatro Astral se realiza en su honor un homenaje. En aquella oportunidad Guillén recita sus poemas revolucionarios de apoyo a la guerrilla.
Los últimos días de diciembre, Guillen vive expectante de todo lo que sucede en Cuba. Los teletipos informaban de los triunfos de la guerrilla comandada por Fidel Castro y Ernesto Guevara.
El propio Guillén nos cuenta ese momento: “El día de año nuevo me despertó, en mi habitación del hotel en Buenos Aires, una llamada telefónica. Era el escritor guatemalteco Miguel Ángel Asturias, también exiliado en la capital argentina, quien me sorprendió con estas palabras: -Desde hoy no puedes seguir llamándote Nicolás Guillen Batista, sino Nicolás Guillen Castro.»
Así fue como con esta ingeniosa manera le llegó la noticia de la caída del régimen de Batista en Cuba y del triunfo de la revolución. La Argentina estalló de júbilo y Guillén se convirtió en el centro de todas las miradas y felicitaciones.
En esas horas de grandes emociones y múltiples llamadas al hotel, uno de sus amigos argentinos le pide una nota urgente. Nos cuenta Guillen: “Llamó por teléfono a mi hotel en Buenos Aires el compañero Leónidas Barletta, Director del semanario “Propósitos”, de amplia circulación y lectura. -Guillén, te propongo lo siguiente: esta tarde cerramos el periódico un poco después de las seis y hemos acordado, si es posible, que nos entregues una crónica o un poema en homenaje al Che Guevara que tiene en estos momentos tanto prestigio en tu país. ¿Qué te parece un artículo o un soneto? Lo que sea tendrás que entregarlo apenas después del mediodía. Yo pegué un salto, excusándome en ambos casos por falta de tiempo. Un soneto no se hace como así, tal vez la crónica. En eso quedamos y cuando colgué… me puse a escribir un soneto. Llamé a Barletta y le entregué los versos. Al día siguiente el propio Barletta me llamó de nuevo, feliz como un niño y me dijo que la Agencia Norteamericana Asociated Press (AP) había otorgado una importancia política grande al poema distribuyéndolo por cable desde Buenos Aires hasta México, es decir, en toda la red noticiosa de esa Agencia. Con ello querían demostrar, según supe, la influencia comunista en Cuba, pues era un cubano de esa militancia quien había hecho un encendido elogio del gran guerrillero argentino, amigo íntimo además del líder triunfante de la Revolución, Fidel Castro.”
El Encuentro con el Che.
Después de 6 años de forzoso exilio Nicolás Guillen logra llegar a La Habana el 23 de enero. El primer recital que da en la Cuba liberada es en la fortaleza de La Cabaña invitado expresamente por el Comandante Ernesto Che Guevara. “Una mañana, – nos cuenta Guillen – pues, me vi metido en un avión de no recuerdo qué compañía, al cual hubiéramos podido llamar en Cuba lechero, por las distintas paradas que hizo durante el viaje. La principal, sin embargo, fue Chile – con todo dos o tres días a lo sumo – que me permitió visitar a Tomás Lago y a su bellísima esposa, a Laurita Reyes, hermana del poeta Pablo Neruda, que había sido tan cariñosa conmigo durante toda mi primera misión en aquel país, ahora bajo la bota de Pinochet. Pasamos también por Brasil, pero en una estancia más breve que las anteriores, y de allí el gran salto a Cuba. Confieso que no sin vanidad esperaba yo un decoroso recibimiento, pero esa esperanza se frustró porque solo había en el aeropuerto dos personas esperándome. No en balde eran las cuatro de la mañana. ¿A quién se le ocurre recibir amigos tan temprano? Así que cuando llegué a La Habana, y me repuse de tan largo viaje y demorada estancia, comenzó una especie de simpático asedio para incorporarme a distintas organizaciones políticas y artísticas.”
«Un mediodía de febrero, – continúa Guillén – al llegar a mi casa encontré recado del Capitán del Ejército Rebelde Antonio Núñez Jiménez, en el cual me comunicaba que el Che Guevara quería hablar conmigo. Hubo una serie de desencuentros, pero, al fin nos vimos en el café que estaba a un costado del Palacio Presidencial. Che Guevara tomó la palabra y me dijo que él quería hablar conmigo para dos cosas: Una, comunicarme que Fidel pensaba y él estaba de acuerdo, en ver el modo de poner en pie alguna organización cultural que sirviera a los intereses de la Revolución; y la otra, que él, es decir el Che, había pensado en mí para ofrecer un recital de mis poemas en La Cabaña. Yo acepté, por supuesto, y el acto se dio presidido por el Che, quien abrió con palabras muy generosas acerca de mi poesía. Por cierto, que unos días antes del recital, éste fue anunciado en unas hojillas sueltas cuyo título ambiguo no carecía de humor: “Guillén en La Cabaña”.
El 20 de febrero, en La Cabaña, Guillén ofreció su recital poético; antes dio lectura a las siguientes palabras:
«Agradezco profundamente las palabras que acabo de oír, tan generosas. Yo veo al Comandante Guevara esta noche, recuerdo su heroico papel en la guerra de Cuba y pienso en lo que ello significa. Simboliza la unidad en los pueblos de América – Nuestra América, la de Martí y Sarmiento, la de Hostos y Juárez- en la realización de un destino común: su independencia y su libertad.
«No es la primera vez que un hombre nacido a orillas del Río de La Plata, un argentino, viene a Cuba a sufrir por la libertad de nuestra Patria. A comienzos del siglo pasado, en 1816, llegó a La Habana, José Antonio Miralla, poeta y médico nacido en Tucumán. Aquí trabajó y conspiró contra la tiranía española. Aquí vivió siete años y fue esa misma tiranía colonial la que, conociendo sus ideas y propósitos, lo obligó a partir hacia los Estados Unidos, primero, y hacia Colombia después. Lo que no le fue dado a Miralla, que murió joven en México sin ver a Cuba libre, le ha sido dado a nuestro Guevara, luchador por nuestra libertad, la libertad de la tiranía de Batista, luchador por nuestra Independencia, la que aún nos falta, por cuya pérdida temió Martí para cuando nos viéramos libres del yugo de España.
«Pienso también en Máximo Gómez, el Generalísimo, el gran viejo, que no nació en Cuba, pero que ocupó el más alto grado en el Mando de los ejércitos libertadores; pienso en Narciso López, venezolano, creador de nuestra bandera. Todos son América, nuestra gran Patria.
«Hace apenas un mes, yo vivía en Buenos Aires y guardo la nostalgia de aquella dulce y enérgica tierra, donde se me amó como un hijo de ella. Fue en Buenos Aires donde yo escribí un poema dedicado al Comandante Guevara. Ese poema quise yo que fuera una pequeña demostración de gratitud, un breve tributo de cubano, rendido a este argentino heroico, lleno de fe en el pueblo, en todos los pueblos que hubiera podido ser un capitán de la vanguardia de Maceo en Peralejo, o uno de aquellos hombres de acero con que el General San Martín cruzó los Andes. Si ustedes me lo permiten, yo comenzaré mi recital de esta noche leyendo mi soneto.»
CHE GUEVARA
Como si San Martín la mano pura
a Martí familiar tendido hubiera,
como si el Plata vegetal viniera
con el Cauto a juntar agua y ternura.
Así Guevara, el gaucho de voz pura,
brindó a Fidel su sangre guerrillera
y su ancha mano fue más compañera
cuando fue nuestra noche más oscura.
Huyó la muerte. De su sombra impura,
del puñal, del veneno, de la fiera,
solo el recuerdo bárbaro perdura.
Hecha de dos un alma brilla entera
como si San Martín la mano pura
a Martí familiar tendido hubiera.
El biógrafo de Nicolás Guillen, Ángel Augier señala: “a partir de este soneto, prosiguió Guillén su recital. Un soneto perfecto, que une a su maestría artística el espíritu latinoamericano de la tradición revolucionaria cubana, no solo en esas manos de San Martín y Martí que se entrecruzan y en el “agua y ternura” que se intercambian los ríos emblemáticos de ambos países.” «No pudo ser más oportuna – agrega Augier – la evocación de Miralla, quién, con el ecuatoriano Vicente Rocafuerte y el colombiano José Fernández Madrid, contribuyó a infundir en José María Heredia – durante la agitada etapa constitucional habanera de 1823 – la asunción ideológica de la epopeya bolivariana.
«Después, ambos, Miralla y Heredia, estuvieron implicados en el vasto proyecto colombo-mexicano de 1825 de liberar la Isla del dominio español. Las fiebres que extinguieron la vida de Miralla a su paso por Puebla – días antes de que llegara Heredia a esa ciudad, en su viaje a la capital mexicana-, dieron muerte al proyecto. Al evocar Guillén al prócer argentino-cubano del siglo XIX, subrayaba una continuidad histórica insoslayable de la epopeya que en 1959 entraba en una nueva fase, cimentada en sólidas raíces.»
El 26 en Argentina.
En 1957 se instalaron en la Argentina varios exiliados cubanos. Algunos de ellos eran intelectuales vinculados al Partido Ortodoxo. Mientras que el grupo más comprometido con la guerrilla, funda el Comité del Movimiento 26 de julio. Los comités del 26 se habían formado en otros lugares del continente, especialmente en los Estados Unidos.
En Buenos Aires la delegación del 26 J. funcionaba en el despacho de Ernesto Guevara Lynch padre del Che. Cuando se trataba de reuniones más grandes se realizaban en el local del Centro Orensano. Aquel local también era refugio de los nacionalistas gallegos, que por aquellos años seguían luchando contra la dictadura franquista.
Según nos relata el escritor gallego Xosé Neira Vilas que fuera colaborador de este Comité: “Los integrantes del Movimiento 26 de Julio tenían una estrecha relación con los nacionalistas gallegos de Buenos Aires. Las dos organizaciones tenían como enemigos en común a dos dictaduras: La de Franco y la de Batista. Derrotar a uno era como golpear contra el otro”.
La escritora cubana Anisia Miranda integrante de Comité 26 de julio recordaba las actividades que realizaban por aquellos años: “Aparte de vender los bonos del 26 de Julio, desarrollábamos distintas tareas de agitación política. El objetivo era que nuestras acciones tuvieran repercusión en los medios de comunicación. Una tarde Santiago Riera me encomienda que hiciera una bandera muy grande para colgar en un edificio emblemático. Así fue que en varios días de paciente trabajo cosí una bandera de casi 30 metro de largo. Cuando la misma estaba terminada se decidió que la bandera fuera colgada del Edificio Kavanagh en la zona de Retiro. Por aquellos años era el rascacielos más alto y emblemático de la argentina con 120 metros de altura. Recuerdo que el propio Riera se había trasladado al edificio y previo soborno al portero se traslado hasta el último piso y colgó la bandera. Era común en estas acciones poner algunas cajas que podían disimular ser unas bombas. El objetivo era que tuvieran que actuar los bomberos y retardar la retirada de la bandera. La acción fue un gran éxito. Al otro día los diarios porteños hablaban de acción propagandística. Recuerdo también que esta misma acción se realizó en otras ciudades del mundo. Especialmente en Paris en la Torre Eiffel.”
El Comité del 26 J tenía como animador principal al exiliado cubano Santiago Riera. De profesión ayudante de farmacia, Riera había participado de la conducción del Movimiento 26 de Julio en la Ciudad de Santa Clara. Detenido y torturado logra por intermedio de su hermana mayor, que era monja, exiliarse en el Uruguay y desde allí se traslada a la Argentina. En Cuba había dejado a su mujer y a su hijo pequeño, Santiago.
Al poco tiempo de establecerse en Buenos Aires comienza una relación sentimental con la maestra entrerriana, Carolina Aguilar. También participaban del Comité, entre otros, Benjamín De Yurre encargado de las finanzas, el Dr. Jorge Valdés Miranda encargado de la propaganda, el arquitecto cubano Rafael Granados, Disys Guira, Jorge Beruff Jiménez, un exiliado cubano de sobrenombre Napoleón, Anisia Miranda (cubana de origen gallega), contando con el apoyo de Neira Vilas y Carolina Aguilar compañera de Riera. La labor de este Comité contaba con el apoyo del padre del “Che” Ernesto Guevara Lynch, del periodista argentino que había entrevistado al Che en Sierra Maestra Jorge Masetti, Abel Alexis Latendorf y Juan Carlos Coral del Partido Socialista Argentino, e inclusive del destacado dirigente socialista Alfredo Palacios.
De las actividades de solidaridad también participaba activamente el tío de Fidel, Gonzalo Castro, emigrante gallego que estaba radicado en la Argentina.
Quien fuera Diputado Nacional por el Partido Socialista Argentino y secretario de Palacios, Juan Carlos Coral recuerda aquello años de solidaridad con los martianos alzados en armas: “A fines de los años 50 llegó a Buenos Aires como exiliada la cubana Disys Guira. La misma había participado de las luchas clandestinas contra Batista. Su compañero Joe Westbrook había sido asesinado el sábado 20 de abril de 1957, en los históricos sucesos de la masacre de la calle Humboldt 7”.
Habían transcurrido solamente 39 días del asalto al Palacio Presidencial, el 13 de marzo de 1957, donde un grupo de valerosos combatientes clandestinos trató de ajusticiar al tirano Fulgencio Batista en su propia madriguera. La acción no tuvo el éxito esperado y algunos murieron en combate, otros fueron heridos y el resto se escondió en lugares de aparente seguridad, hasta que pudieran reiniciarse las actividades para derrocar al régimen imperante. Entre los sobrevivientes estaban los jóvenes José Machado Rodríguez, Juan Pedro Carbó Serviá, Fructuoso Rodríguez Pérez y Joe Westbrook Rosales, todos integrantes del Directorio Revolucionario, quienes se ocultaban en el edificio marcado con el número 7 en la calle Humbodlt de la capital cubana. La cobarde delación de un antiguo participante en la lucha, llevo hasta el lugar a los esbirros de la tiranía de Batista, deseoso de venganza, y ahí cayeron abatidos los valerosos luchadores. La estudiante de filosofía Disys Guira ese día, una hora antes de la masacre, había salido del apartamento donde se encontraban con el fin de ir a ver muebles para comprar. En 20 días tenía previsto casarse con Joe Westbrook Rosales. Al regresar a la casa de Humboldt, Disys presencia desde el Malecón la presencia de la policía y la de centenares de curiosos, que presencian los cuerpos asesinados de sus compañeros del Directorio Revolucionario. Sin dudarlo se traslada hasta la casa de otros enlaces de la organización para comunicarle lo sucedido. Los compañeros del Directorio que aún quedan con vida le recomiendan que salga del país y que en el exterior denuncie las atrocidades cometidas por Batista.
Pocos meses después de estos sucesos se conforma una comitiva del Directorio para denunciar la represión. El avión que los traslada empieza la gira por Buenos Aires, para luego trasladarse a Uruguay y Chile. Al regresar a la Argentina se contacta Abel Alexis Latendorf quien por aquellos años era dirigente de las juventudes socialistas y que desde las páginas de La Vanguardia alentaba la solidaridad con el Movimiento 26 de Julio.
“Al radicarse en nuestro país -continua Juan Carlos Coral- comienza una relación sentimental con nuestro compañero del Partido Socialista Argentino Abel Alexis Latendorf. Esta dupla sentimental se convirtió en un torrente solidario con la revolución cubana, convirtiéndose en el motor organizativo del Movimiento 26 de julio en la Argentina”.
La condición de hijo de gallego de Fidel, suscitó una ola de simpatía y solidaridad por parte de la colectividad gallega. La Federación de Sociedades Gallegas en su órgano de prensa “Galicia” señala entusiastamente su apoyo a la revolución cubana. Su director Arturo Cuadrado señalaba en un editorial: “Y ahora Cuba. Fidel Castro es hijo de gallegos. Es muy reciente la historia para contarla. Lo mejor es vivirla…”
El comité desarrollaba distintas actividades de solidaridad con la guerrilla cubana. Una de las más importantes era la recaudación de fondos económicos para la compra de armas. Con el fin de lograr el apoyo financiero de la población argentina se editaron unos bonos especiales, que pronto tuvieron un importante éxito. Según algunas fuentes, con esos fondos se lograron comprar algunas armas de contrabando al propio ejército argentino y luego enviadas a Sierra Maestra.
En enero de 1958 llega a la argentina Carlos Rafael Rodríguez uno de los líderes máximos del Partido Socialista Popular (comunista). El periodista Isidoro Gilbert nos cuenta sobre la visita del dirigente comunista cubano: “Carlos Rafael vino a ver al Partido Comunista argentino y contar de primera mano la situación cubana. Uno de los mensajes que le dejo al PC local era que ellos habían decidido apoyar a Fidel y sumarse a la guerrilla. Recuerdo que en el tiempo que estuvo en Buenos Aires lo vi varias veces. Por cuestiones de seguridad, ya que su visita era clandestina estuvo parando en casa de Carlos Sloninski. Cuando dejó la Argentina se traslado a otros países latinoamericanas con el mismo fin. Luego regresa a Cuba y se integra la lucha guerrillera.”
Llega la Noticia de la Huida de Batista.
El 31 de diciembre por la tarde el embajador cubano en la Argentina convoca a los integrantes del Movimiento 26 de julio y les hace entrega oficial de la Embajada. Del acto participaron miembros del 26 J como así también políticos argentinos simpatizantes de la guerrilla, entre los que se encontraba el padre de Che. Después de la intervención de varios oradores entre ellos don Ernesto Guevara Lynch y Santiago Riera, se realiza simbólicamente la asunción del nuevo embajador.
El Comité del 26 de Julio nombra como representante diplomático interino al doctor Jorge Beruff. Los activistas del 26 de Julio tenían programado trasladarse en tren hasta Venezuela, para luego pasar hasta Cuba. La fecha era el 1 de enero y harían un largo recorrido atravesando varios países con el fin de economizar el coste del traslado. Neira Vilas nos recuerda estos momentos: “Antes de que se marcharan los integrantes del 26 J. para Cuba, el 31 de diciembre nos reunimos en la casa de Carolina Aguilar en Avellaneda, para pasar el fin de año y despedir a Santiago Riera, que al otro día con otros compañeros se marchaban en tren. Esa noche brindamos muchas veces por la caída de Batista.”
Así como Guillén se entera telefónicamente de la caída del dictador por su amigo el escritor Miguel Ángel Asturias, el escritor gallego Xosé Neira Vilas es avisado de la misma forma por el propio Guillén: “Durante esa misma madrugada – nos cuenta Neira- recién llegados de la fiesta de despedida de Santiago Riera y del resto de exiliados cubanos que al otro día partían para Cuba, se comunica Nicolás Guillén por teléfono para comunicarme que había huido Batista. Sin perder un solo minuto me comunique con Santiago Riera para darle la tan esperada noticia. Al mismo tiempo para que suspendieran el viaje. Así fue como quedamos citados para ese mismo día en la puerta del diario Critica en la avenida de Mayo para seguir las noticias de los teletipos, que ponían en una pantalla del escaparate de la fachada.”
Nicolás Guillén relata: «Yo estaba en Buenos Aires el día que huyó Batista con su séquito. El pueblo en masa se lanzó a la calle tan pronto la noticia circuló en la urbe en las primeras horas de la mañana. A las tres de la tarde, no se podía dar un paseo en las grandes arterias de la ciudad. Millares de personas congestionaban el tránsito, en todos los labios sólo había un nombre: Fidel Castro. Y es que el pueblo argentino había seguido con ansiedad la lucha cubana y había aprendido a odiar a Batista. De manera que la caída del tirano fue celebrada allá (en Argentina) como un acontecimiento nacional».
Al otro día, el 1 de enero los miembros del Comité enterados de la huida de Batista convocan a concentrase en la puerta de edificio del diario “Critica”. Ese mismo dos de enero la prensa comunista señalaba su apoyo a la revolución. El diario “La Hora” en la primera plana titula: “La lucha popular voltea al agente yanqui Batista”. Con palabras semejantes se refiere el órgano del PC, Nuestra Palabra.
Después de la Revolución, la Solidaridad.
Con el triunfo de la revolución en varios países latinoamericanos se organizan comités de solidaridad. Entre los primeros están los de Venezuela y la Argentina. En Buenos Aires fue creada la Comisión de Solidaridad con la Revolución Cubana presidida por Heber Bressano y teniendo como secretario de Prensa a Abel Alexis Latendorf.
La entidad creada, edita el 22 de abril de 1960 su periódico “Cuba revolucionaria” que, según el primer editorial, nace para: “Poner en manos del pueblo argentino la verdad de la Revolución Cubana y poner en manos del pueblo cubano el verdadero sentir de los argentinos es el objeto de esta hoja periodística.”
Por iniciativa del Comité Venezolano de Defensa de la Revolución Cubana se convoca en La Habana el Primer Encuentro Latinoamericano de Solidaridad con Cuba. Con el fin de divulgar esta iniciativa viaja una delegación del Movimiento 26 de Julio a la Argentina y a otros países de Sudamérica. La misma estaba presidida por el doctor Carlos Olivares, Secretario de Relaciones Exteriores del 26 de Julio, y la integraban: Miguel Reyes, secretario General de la Federación Tabacalera de Cuba, Luis Martínez y Erasmo Terrero, dirigentes estudiantiles.
El Presidente Osvaldo Dorticós, por intermedio de la delegación, invitó a concurrir a este Encuentro a los doctores Risieri Frondizi, Alfredo Palacios y Lucas Ayarragaray. También estaba en la lista de invitados Abel Latendorf que ya había partido para Cuba.
En un artículo escrito por el ex dirigente del Partido Comunista Revolucionario (PCR) Chiche Perelman, que en aquellos años militaba en la FJC, nos cuenta algunos aspectos de la solidaridad con este país: “La Revolución Cubana conmocionó particularmente a la juventud. Yo militaba en la FJC, peleábamos por la revolución y el comunismo; y Cuba nos mostraba que era no sólo necesario, sino posible. Por mis tareas fui parte del Comité de Homenaje que se constituyó el 26 de Julio de 1960, aniversario del Asalto al Moncada, colocando una ofrenda floral en el monumento a San Martín. Ahí lanzamos la propuesta de la inscripción de voluntarios para defender a Cuba, primera iniciativa de solidaridad. Se anotaron más de 1.000, y realizamos diversas acciones, como por ejemplo tirar al río a un gusano que vino a denostar a la Revolución Cubana. Una delegación del Movimiento 26 de Julio nos invitó y participamos del 1º Congreso de Solidaridad, que se realizó en Cuba el 30 de abril de 1960. Tuvimos la dicha de participar del multitudinario acto del 1º de Mayo; y en esa oportunidad tuve el privilegio de conversar con el Che, que era presidente del Banco Nacional. Escuchaba con respeto, exponiendo sus opiniones con calidez y absoluta firmeza. Me dejó una gran enseñanza, dijo: «cuando se pierde el parque -refiriéndose a las armas- se recupera del enemigo»; y llevándose el dedo índice a la sien agregó: «lo que no se recupera es si se pierde el parque de aquí» (la ideología).
«Del 27 al 29 de noviembre de 1960 participamos en Santiago de Chile, con una delegación muy numerosa, de la reunión preparatoria del 1º Congreso Latinoamericano de Juventudes. Al regreso constituimos la Comisión que trabajó por el mismo, que se realizó en la Habana el 1º de enero de 1961 y copresidió el camarada Otto Vargas. Fue otra actividad muy importante de solidaridad. Con otra delegación estuvimos después de la derrota yanqui en Bahía de los Cochinos, el 17 de abril de 1961. Y participamos del multitudinario acto del 1º de Mayo. Desarrollamos campañas de solidaridad material cuando el huracán Flora azotó la isla, que debemos repetir hoy frente a huracanes Ike y Gustav. El trabajo de solidaridad tuvo un muerto: Raúl Alterman, presidente del Ateneo Moisés Levenson, compañero de lucha, asesinado en su domicilio por bandas fascistas. Estuvimos detenidos junto a Alexis Lattendof y otros compañeros del Movimiento de Solidaridad, como María Mastroberti, dirigente de la FJC, Ernesto Giudici y Fernando Nadra.”.
Seguramente estos sean algunos de los aspectos más desconocidos de la vida de Ernesto Guevara en relación con la argentina.